Desacreditación de la calidad: lecciones para la educación preescolar

Pre-escolar

María Isabel Díaz, Educadora de Párvulos. Doctora en Educación.

La crisis de confianza que ha afectado a la educación superior y las lecciones que está dejando obligan necesariamente a revisar el conjunto del sistema educativo, partiendo desde la educación parvularia.

Prácticamente todos los dispositivos que se propusieron para el asegurar la calidad de las universidades están cuestionados. La fórmula para enfrentar la situación es un proyecto de ley recientemente ingresado al Congreso, que busca superar las debilidades y vicios encontrados en los procesos de reconocimiento. Se suma a esta iniciativa legal la definición de una Superintendencia de Educación Superior, que tendría como misión fiscalizar los recursos. Estamos frente a una noción de arquitectura institucional que busca instalar nuevos mecanismos de regulación y validación, aparentemente de mayor solidez y confiabilidad, para recuperar confianzas pérdidas, en un clima de abierto recelo y descrédito, a días de la inscripción de una nueva generación de futuros universitarios.

Es claro que hay aristas de mayor profundidad. No solo se intenta superar la crisis de credibilidad de las instituciones educativas, sino que se buscar instalar un nuevo concepto de calidad.
En este complejo escenario, donde se están ejecutando planes para cumplir metas de expansión, debemos aprender de las lecciones que surgen de la experiencia de la educación superior. Entre ellas, una significativa es que, para evitar los efectos de crecer de manera insostenible, es necesario proyectar con rigurosidad políticas públicas con respuestas participativas e integrales, en el marco de una visión y estrategias de largo plazo, esto es una planificación que permita evaluar, comprender y garantizar un buen funcionamiento, junto a incrementos crecientes de calidad.

Las marcas que dejó esta compleja situación han erosionado el sistema y una primera alerta de nuevos focos de conflictos podrían desencadenarse más temprano que tarde en el nivel de Educación Parvularia, si no se toman las medidas para asegurar el cumplimiento de exigentes estándares de funcionamiento, bajo concepciones de calidad ampliamente debatidas y consolidadas por el conjunto de los actores del sector.

En efecto, un ambicioso plan de cobertura educativa para la primer infancia no será sostenible en el tiempo, si carece de marcos regulatorios efectivos y de una institucionalidad lo suficientemente sólida para certificar y regular en forma permanente la calidad de funcionamiento.

Un nivel educativo cuya diversificación y complejidad de funcionamiento ha aumentando simultáneamente, con la significativa expansión de matrículas en nuevos establecimientos, exige resolver situaciones pendientes, arrastradas por años. Entre ellas la duplicidad de funciones de los organismos encargados, la inequidad en el financiamiento de las distintas modalidades de jardines infantiles, las limitadas facultades para controlar el buen funcionamiento, la errónea decisión de vincular modelos de calidad con incentivos económicos, los confusos criterios para elaborar y modificar normativas que reglamentan el funcionamiento de jardines infantiles públicos y privados, la falta de una carrera docente para las educadoras que se desempeñan en el primer ciclo, entre otros varios. En definitiva, el primer desafío debe ser solucionar la ausencia de una orgánica institucional con suficiente fuerza política y técnica, que represente los legítimos intereses y aspiraciones que hoy tiene la Educación Parvularia.

Recordemos que este año los centros educativos han estado fuertemente cuestionados en torno al respeto y el resguardo de los derechos de los niños. Lamentablemente es posible constatar un retroceso en los avances de legitimidad de la educación preescolar. Las dudas y aprensiones se han instalado en las familias y parte importante de los esfuerzos de reanimación se han dirigido a recuperar y fortalecer una confianza básica en los jardines infantiles y en sus equipos pedagógicos.

“Se creyó que aumentar la cobertura en la educación superior era suficiente, pero nadie miró la calidad”, como señala el Ministro de Educación en un diario vespertino. La misma radiografía bajo el actual comportamiento es perfectamente reproducible para el primer nivel del sistema educativo.

El desafío es volver a comprender la calidad, superando el debate meramente centrado en cantidades y excedentes —el país tendrá pronto otra oportunidad para expresar su evaluación al respecto, aunque sea indirectamente— para instalarlo en la búsqueda de acuerdos sobre la distribución de un bien público como es la educación, sobre la equidad en el acceso, sobre el rol docente, entre otros, todos claramente cualitativos. Hoy parece haber acuerdo en que la base está en la educación parvularia.

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