Augusto Varas analizó la relación entre Fuerzas Armadas y sociedad

Augusto Varas

Augusto Varas analizó la relación entre Fuerzas Armadas y sociedad y advirtió riesgos de regresión en el control democrático de las Fuerzas Armadas.

El  sociólogo y académico  Augusto Varas cerró el ciclo de exposiciones con las que el Taller de Defensa del Instituto Igualdad convocó a estudiar y a observar las actuales políticas de defensa. La propuesta del taller es contribuir   al desarrollo de un pensamiento crítico, concordante con el desafío de profundizar la democracia y de asumir la defensa como una política pública, y a sus instituciones como herramientas al servicio del Estado y de la sociedad.

Varas  se refirió a la naturaleza de la profesión militar y a los cambios que ésta experimenta en distintos períodos históricos, en relación a la ideología que la sustenta; a las concepciones político estratégicas; a las funciones que desempeñan y a su relación con los poderes fácticos. En ese contexto dijo que hay una tendencia a la autonomización de las instituciones de la defensa,  y llamó a avanzar en el control político civil.

Al respecto advirtió que es necesario evitar el riesgo de una regresión, porque si bien hoy las Fuerzas Armadas están lejos de confrontarse con el poder civil, ciertamente subsiste una tendencia a eludir su control. En una rápida argumentación de esta sentencia, mencionó la enorme cantidad de recursos que la Ley de Financiamiento de las Fuerzas Armadas pone a disposición de los militares por la vía de fondos especiales, sobre los cuales hay información insuficiente. La misma legislación autoriza  un piso mínimo, sin que previamente se establezca su necesidad. También hay falta de transparencia en materia previsional, ámbito en el que las instituciones de la defensa disponen de beneficios especiales. Mención aparte mereció el desarrollo científico tecnológico y la industria militar. El recién creado Consejo de Inversión en Defensa, está integrada sólo por miembros del ministerio y básicamente militares. Todos estos datos apuntan a un elemento en común: el intento de mantener un rol autónomo, una especie de cuarto poder del Estado, explicó.

Al profundizar en la evolución histórica que se observa en el rol de las instituciones armadas y en las tensiones que subyacen en relación a la ideología predominante, el expositor dijo que ésta última es la base de la coherencia institucional, y está sujeta a las transformaciones históricas que experimenta la sociedad, fuertemente influida por las corrientes culturales y filosóficas de la época.

Estos cambios se mueven desde un primer momento fundacional en que es visible la influencia ideológica del romanticismo alemán y  una visión geopolítica fuertemente vinculada al rol de seguridad nacional, hacia una perspectiva más realista de las relaciones internacionales, con una proyección estratégica que aún no se perfila del todo. Si en el primer período los individuos se vinculaban a las Fuerzas Armadas motivados por una actitud vocacional,  en el período que le sigue se comienza a producir un tránsito hacia lo ocupacional.

Durante la dictadura se experimentó un cierre corporativo, unido a un paulatino y creciente deterioro de la ideología de la seguridad nacional. Hacia su término ésta deja deja de ser el elemento valórico que otorga cohesión institucional y se enfatiza en la ideología del neoliberalismo. A cambio, las ciencias sociales proporcionan nuevos ejes conceptuales que se ponen en el centro de la intelectualidad militar, desplazando a la seguridad nacional.

¿Cuáles son las tareas en democracia y cuáles las pendientes? A esta interrogante el expositor recordó que durante el ciclo de los 20 años que gobernó la Concertación no hubo homogeneidad. Pero el trabajo de las organizaciones de Derechos Humanos, la voluntad política mostrada por el Presidente Lagos y la necesidad de legitimación de las Fuerzas Armadas, explican el reconocimiento que hizo el General Cheyre de las violaciones a los Derechos Humanos cometidos por los militares.

En la misma perspectiva se desarrollan procesos de modernización estratégica, como la participación en Operaciones de Paz; la incorporación de las mujeres a las Fuerzas Armadas, la  creciente voluntariedad en el Servicio Militar.

Por otra parte, si bien hubo un avance en materia de control político civil de la defensa, este último no logró supremacía y se mantuvo la tendencia a la autonomía militar. Estas instituciones mantienen hasta hoy  una trama de fuertes vínculos con los poderes fácticos. Augusto Varas concluye remarcando que, si bien hay desarrollos importantes respecto al control democrático, la nueva coherencia institucional sigue incompleta y el profesionalismo democrático de las fuerzas armadas aún no se logra cabalmente.  El país y la región han cambiado y las Fuerzas Armadas deben adecuar  su proyección estratégica a esos cambios. El logro de una nueva coherencia institucional de las instituciones armadas supone la generalización en su interior de una perspectiva realista en el análisis de las relaciones internacionales, una secularización de su imaginario institucional, la profesionalización castrense con un contenido ocupacional y un rol institucional en la proyección estratégica del país. Esta es una tarea que incumbe al conjunto de la sociedad, en particular al poder civil.

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