Hechos y no palabras

La Moneda

El Presidente tiene que tomar una decisión: si se atreve a recuperar un rol protagónico del sector público, restableciendo la complementariedad entre responsabilidad del Estado y libertad de enseñanza, debe actuar en esa dirección. Es lo que pide la comunidad educacional: fortalecer el Estado. De lo contrario, si su apuesta es sólo ganar tiempo y que todo siga igual, maquillando lo que hay con algunos recursos adicionales, no podrá solucionar las demandas de las movilizaciones estudiantiles.

El Presidente de la República, nuevamente, habla de diálogo y de unidad. Sin embargo, cuando los presidentes de los partidos de la Concertación concurrieron a La Moneda, al término de la reunión fueron descalificados inexplicable y groseramente por la vocera del gobernante. De manera que no se ve coherencia en la conducta política del Jefe de Estado. Habla de unidad, para luego atacar como jefe de grupo o facción, haciendo dejación de su condición de Presidente de la República.

Además, hoy el país necesita saber hacia dónde vamos, necesita saber qué hará el Gobierno. Se requieren medidas y soluciones y no anuncios y nuevas declaraciones.

El gobernante no puede pretender traspasar su impotencia y falta de claridad a sus opositores. El país requiere conocer cuáles son sus decisiones y hacia dónde nos dirigimos.

El tema de la Educación es un caso impostergable. Se habla de acuerdos. ¿De qué se trata? ¿Acuerdos para dar la sensación de cambios y que, a la postre, todo sigue igual? Sería, a mediano y largo plazo, un verdadero suicidio de quien lo intentara.

Lo único realista -y, en esta ocasión, la palabra realista está expresamente utilizada- es un cambio de fondo. Ello significa retomar la idea de un sistema educacional mixto, haciendo retroceder la privatización, que en todas partes avanza y empequeñece el sistema público de Educación. Asimismo, poner término al lucro, que está desplomando la legitimidad del sistema de Educación Superior; y restablecer el concepto de un sistema de universidades privadas, con instituciones sin fines de lucro, como de hecho ocurrió en el país hasta 1981.

Hacer del sistema educacional un mercado, regido por la oferta y la demanda como cualquier otro mercado, es el esquema que ha roto el consenso nacional. El mercado en Educación y representado por entidades de elevadas rentabilidades es el problema y no la solución.

El Presidente tiene que tomar una decisión: si se atreve a recuperar un rol protagónico del sector público, restableciendo la complementariedad entre responsabilidad del Estado y libertad de enseñanza, debe actuar en esa dirección. Es lo que pide la comunidad educacional: fortalecer el Estado. De lo contrario, si su apuesta es sólo ganar tiempo y que todo siga igual, maquillando lo que hay con algunos recursos adicionales, no podrá solucionar las demandas de las movilizaciones estudiantiles.

Un acuerdo nacional es posible, para solucionar la crisis y no encubrirla, para retomar niveles mayoritarios de apoyo social y no para salvar el negocio.

El gobernante tiene la palabra.

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