Derechos Humanos en el epílogo de la campaña

La resolución del juez Madrid caratulando como homicidio la muerte del ex Presidente Frei Montalva y el procesamiento de seis personas como responsables del crimen; el entierro popular del cantante Víctor Jara; y el incipiente debate sobre el Museo de la Memoria; han colocado el tema de los Derechos Humanos en la agenda política a escasos días de las elecciones presidenciales de la primera vuelta.

Frente a estas realidades la derecha reacciona a la defensiva y comienza a intentar instalar la sospecha de que todo es una maquinación política con fines electorales. No se interroga por el significado profundo que tiene para la historia nacional que el ex Presidente Frei Montalva hubiese sido asesinado, lo que primero fue la convicción de la familia y hoy lo es de un juez de la República.

¿Por qué puede resulta inverosímil que el ex presidente Frei Montalva haya sido asesinado por la vía un paulatino envenenamiento, si existe la certeza de que el mismo régimen que se acusa fue capaz, a través de sus servicios de seguridad, de asesinar a Letelier y su secretaria en Washington, a Prats y su señora en Buenos Aires, dejar gravemente heridos a Bernardo Leighton y su esposa en Roma? Que antes de Frei Montalva se asesinó violentamente al dirigente sindical Tucapel Jiménez, y luego se mató a tres dirigentes comunistas con una saña inhumana. Es decir, es evidente que existió desde el inicio del régimen militar una política sistemática de asesinato y desaparición de los principales líderes opositores. ¿Por qué razón Frei Montalva no iba a ser objeto de igual política de exterminio si era, probablemente, el más peligroso líder para la dictadura militar, por su ascendiente y capacidad para encabezar una oposición amplia y efectiva contra la dictadura?

Otro tanto se puede decir del crimen de Víctor Jara, y del entierro popular de que fue objeto hace solo unos días. Asesinado alevosamente los primeros días del golpe militar hasta el día de hoy no se conocen las identidades de sus asesinos, y fue enterrado casi clandestinamente, acompañado solo por dos personas. ¿Se trata acaso de un tema artificialmente colocado sobre la mesa? Hay tras ello un legítimo deseo de justicia, y en este caso de rendir un tributo pendiente por largos años a la memoria de un músico y multifacético artista, cuya obra ha sido reconocido mundialmente.

Finalmente está el incipiente debate sobre el Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos, y la incomprensión de un sector importante de la derecha, que sigue buscando enfrentar el tema intentando dar una explicación de las causas del golpe militar, como si con ello pudiera establecer una “explicación” o tal vez un atenuante a las graves violaciones ocurridas en nuestro país en aquellos años. Un periódico habló este fin de semana del “Museo de las consecuencias” como si las violaciones a los DD.HH pudieran ser analizados como meras “consecuencias” de unos “antecedentes” que sería necesario explicitar. Cómo si el hecho moral de las violaciones a los derechos humanos no fuesen suficientes por si mismos: las violaciones a los derechos humanos no se explican, se condenan.

En este contexto, se debe valorar la actitud asumida por el Director ejecutivo del CEP Arturo Fontaine, quién junto con realizar una creíble autocrítica personal, por su lenta reacción personal al inicio del régimen militar frente a las violaciones a los derechos humanos, ha decidido participar del directorio del Museo de la Memoria, y ha establecido una ruptura personal con el discurso de la derecha que aun sigue siendo ambiguo o centrado en las “causa del golpe”, y que no ha producido una condena creíble y definitiva sobre el tama. Se trata, sin embargo, como en oportunidades anteriores, de actitudes individuales al interior del mundo de la centroderecha.

Se ha hablado mucho de “cerrar” el tema de los dd.hh en Chile. Ello no será nunca posible si la derecha no se separa definitivamente del régimen militar, y no establece una condena contundente, sincera y definitiva con el capitulo de violaciones a los dd.hh ocurridos en Chile durante el periodo 73-90.

Si la derecha no enfrenta su asignatura pendiente en materia de de dd.hh difícilmente podrá enfrentar con credibilidad al electorado chileno, en una materia especialmente sensible, y que compromete una mirada ética minima de cada uno de los sectores político y lideres que aspiran a gobernar el país, sobre esa dimensión moral de nuestra historia política.

No es claro que estos temas tengan una incidencia electoral muy relevante. Pero sin duda eso no es lo principal, lo esencial siguen siendo que el capitulo de los derechos humanos no logra cerrarse en Chile. Todos los intentos de “dar vuelta la página” han fracasado. Es hora de preguntarse porque ello ha ocurrido así. Probablemente mientras la condena de la sociedad no sea total y ésta abarque con claridad y sin matices a todo el espectro político, no será viable comenzar a mirar el tema como un problema que perteneció a otro momento de nuestra historia, pero que ya no compromete una mirada condescendiente o justificadora en el presente por parte de nadie.

Sino se transforma en una mirada históricamente compartida, la derecha seguirá viéndose tensionada cada vez que surge un tema de dd.hh y seguirá condenada a actuar a la defensiva y a aparecer, no pocas veces, defendiendo en lo indefendible

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